12.07.2011

Sobre la libertad


Parto de que el fatalismo es un prejuicio de larga duración, es verdad que hoy en día, en occidente poca gente cree en la predestinación  vinculada con una ideología religiosa, pero, en cambio creo que se ha desarrollado un fatalismo de carácter científico.


Por la modernidad, el mundo de los fenómenos físicos se rige por el principio de causalidad: la posibilidad de establecer el efecto , si se conoce la causa. Muchos humanos abrazan con entusiasmo la psicología o la sociología, o la historia buscando en ellas predictibilidad de las ciencias, y, cuando no la encuentran, continúan pensando que es una cuestión de tiempo, que llegará el momento en que se podrá conocer toda la serie de las causas que operan en el comportamiento humano.


Una cosa es que se pueda comprender un desarrollo histórico y otra muy diferente es que pueda ser deducido. Comprender una cosa es iluminarla a través del pasado que conduce hacia él. Y son los historiadores los que construyen un relato desde el interior hasta aquel momento de la historia que aparece como su finalidad. Por tanto la creencia en la causalidad histórica oculta el resurgimiento de lo nuevo, la característica fundamental del que es justamente su novedad, es decir, no estar prefigurado en el pasado.


Con esto quiero llegar a que en las vidas personales de cada uno, tampoco estamos preparados para lo que pasará, y eso que pase, al igual que la historia, revelará igualmente un paisaje inesperado. Y somos cada uno de nosotros, los encargados de producir el relato sobre nuestra historia. El relato histórico da sentido al pasado, es decir , ordena los elementos precedentes a todo aquello que ocurra, que se desea explicar desde lo que el historiador o el narrador descubre y decide considerar el inicio. Por eso, la historia solo tiene sentido cuando ya ha pasado.


Y por eso le digo a todos aquellos que defienden el fatalismo  que, deberían atarlos a un poste y torturarlos hasta que chillen que eso que les está pasando no es necesario, que no se trata de un proceso necesario y que podría no estar pasando. Porque todo fatalista en esa situación llegaría a contradecir su propia idea. Porque la libertad que tenemos hoy en día, no tiene porque ser la que es.


Porque realemente,y esta es mi conclusión y donde quería llegar con este tocho infumable que la mitad de vosotros no leeréis, lo que ha fijado nuestra idea de libertad ha sido la experiencia del siglo XX, la aparición de los totalitarismos. Cómo de forma espontánea, después de esto, de los totalitarismo, nos inclinamos a pensar que cuando menos política exista, mas libertad puede haber, que la reducción del campo de poder supone, automáticamente, un aumento en el campo de libertad.


Cuando hoy en día hablamos de libertad religiosa, o de libertad de enseñanza o de libertad sexual, estamos suponiendo que la finalidad de la política tiene que consistir en asegurar a los ciudadanos estas libertades. La política es percibida como un simple medio para conseguir libertad, que obviamente según esta concepción, se encuentra mas allá , en otros ámbitos. Se trata de que la política nos de libertad para liberarnos de la política. Y al igual que ser libre y actuar pueden traducirse de la misma manera, actuar es cualquier cosa que se efectúa en un espacio público, pues en conclusión la libertad es llevar a cabo acciones en el ámbito de la política, lo cual actualmente no se hace de la manera correcta, lo cual, por tanto,  nos ha llevado a esta situación de crisis y miseria social. 





Texto: Txell Mesa, @Rastatxell
Fotografía: Txell Mesa.(copyright2010)