Reinventemos esa unión, saquemos cabeza, brazos y manos. Quitemos visión, oído, gusto y olfato. Dejemos la funcionalidad sensorial única del tacto. Vivamos, pues, de la suavidad, rugosidad, aspereza. Sinestesiemonos aplicando al tacto los demás sentido que acabamos de quitarnos. Vivamos buscando el terciopelo, y veremos que pasa.
Texto e imagen: Txell.M, @Rastatxell